Se celebra el segundo domingo de enero. Es una costumbre ligada a la industria panadera, que consistía en la quema de los capachos viejos usados en el transporte del pan.
A lo largo de todo el año, estos panaderos iban acumulando los capachos deteriorados, que más tarde servirían para quemar en grandes fogatas, junto a ramas de zarzas y broza del campo.
En la actualidad, tras haberse modernizado la industria panadera, realizándose el transporte de pan en vehículos de motor, han desaparecido los citados capachos y se queman toda clase de objetos inservibles aportados por todos los vecinos.
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