20.5.20

Siurana; uno de los rincones con más encanto de la provincia de Tarragona.


Siurana puede considerarse uno de los pueblos más bellos de la provincia de Tarragona. Está situada en la comarca del Priorat, a unos 50 km de la ciudad de Tarragona. Fue declarado paraje pintoresco en el año 1961.


Se encuentra en el extremo este de la Sierra de Prades, en una montaña con forma de península que domina los valles del río Siurana y de Cornudella. Desde el año 1942, forma parte del municipio de Cornudella de Montsant. 


Entre sus paisajes naturales, destacan formaciones rocosas como la peña gemela de la Siuranella, el Salto de la Reina Mora o la Trona, y los acantilados de Arbolí. Se encuentra flanqueada por la Sierra de Montsant, y por los picos de la Gritella y el de Gallicant. 


El territorio de Siurana, no empezó a tener importancia hasta el siglo XI, cuando se convirtió en una defensa de primera línea del Islam, a causa de los primeros intentos del Conde Ramón Berenguer I, de ocupar la ciudad de Tarragona. Esto provocó la retirada de los musulmanes hacia fortificaciones más seguras en las montañas, retirada definitiva que no tuvo lugar hasta que el Conde Ramón Berenguer II hizo un primer intento serio de restaurar la sede de Tarragona, a finales del siglo XI. 


Siurana se situaba en un lugar prácticamente inexpugnable en aquella época, y probablemente el Conde prefirió conquistar lugares con más importancia política y económica. Tarragona fue conquistada en 1118, pero, hasta 1146, no se da un verdadero proceso de ocupación del territorio. Tortosa, por su parte, fue conquistada en 1148, y Lérida, en 1149. En 1151, los cristianos habían rodeado todo el valiato de Siurana, quedando la población recluida y rodeada por los cuatro costados. 

La ocupación de los territorios de Siurana comenzó en el año 1153, el asedio fue dirigido por Beltrán de Castellet. La fecha exacta de la conquista del castillo no es segura. En cualquier caso, en el mes de septiembre de 1154 Siurana ya llevaba un tiempo en manos de Bertrán.


El carácter casi épico de la conquista del último reducto musulmán dio lugar a leyendas como la de la Reina Mora. 


La leyenda recopilada por el escritor Joan Amades, cuenta que Siurana era el dominio de la reina Abd-el-azia. Los cristianos, liderados por el señor de Tarragona Amat de Claramunt, incapaces de conquistar la población, se sirvieron de la ayuda de un judío, que les ofreció la entrada al castillo. 


Los cristianos penetraron y mataron a casi toda la población, pero Abd-el-azia, segura de su fortificación, celebraba mientras tanto una fiesta en una de las salas del palacio. De repente, una flecha entró por la ventana, y se clavó en la mesa. La reina, envuelta en el pánico general y viéndose derrotada, subió a su caballo blanco y se dirigió al precipicio cercano. Perseguida por los cristianos y para evitar que el caballo por instinto se detuviera ante el abismo, le tapó los ojos, pero el animal, al darse cuenta del peligro, quiso parar y clavó sus patas en el suelo, de modo que quedó la huella de su herradura en la roca. Otros dicen que las marcas de herradura son del impulso que tomó antes del salto.


Sea como sea, la tragedia fue inevitable y hoy en día puede verse clavada en la roca la huella del caballo en el lugar que se denomina el Salto de la Reina Mora. Otra variante, cuenta que la reina estaba bañándose cuando vio la ciudad siendo atacada. Ante la desesperación, salió desnuda del agua y se montó en el caballo para dirigirse al despeñadero.


Actualmente, podemos contemplar un bello pueblo con casas y calles empedradas, y los restos de la fortaleza sarracena. 


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