Cada 28 de diciembre, sale por las calles El Blanco o Ánima Muda, una tradición que viene celebrándose desde el s. XVI.
El Blanco o Ánima Muda, desde muy temprano, sale por las calles de El Ballestero haciendo sonar su campanilla, único aviso para que los vecinos preparen sus limosnas y salgan a la puerta de sus casas para esperarle e intentar buscar algún indicio que desvele su verdadera identidad. El dinero recaudado se destina a los más necesitados y se hará una misa para pedir por la ánimas del Purgatorio.
Debió de ser en tiempos un rito más festivo de entrada del invierno y se acomodó a la fiesta de Los Inocentes en el calendario cristiano, para sobrevivir.
A este blanco o anima, lo elige el párroco del pueblo, el único que conoce la identidad del blanco. Para hacer el cambio, el blanco del año siguiente ya elegido recoge, en absoluto anonimato, la campanilla que deja en la iglesia el blanco actual.
Es una tradición que perdura en el tiempo, se realiza por promesa y a veces es heredada. La persona que realiza el rito va completamente vestida de blanco y con la cabeza cubierta, le caracteriza su absoluto mutismo, de ahí su nombre.
Es una tradición que perdura en el tiempo, se realiza por promesa y a veces es heredada. La persona que realiza el rito va completamente vestida de blanco y con la cabeza cubierta, le caracteriza su absoluto mutismo, de ahí su nombre.
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