10.2.21

‘Bocatas Popy’, 40 años saboreando sus bocadillos de tortilla de patatas.


Casi 40 años llevan Rafael Villena Gutiérrez y su mujer, Ana María Montes Lozano, preparando estos conocidos bocatas en Ceuta, aunque en un principio la tienda empezó como ultramarinos.


El ‘Popy’ lleva aquí desde el año 1983 y son muchos años, pero dedicados siempre a lo mismo. Han pasado unas pocas de generaciones por aquí de alumnos y de gente de todos lados. Y con mis bocadillos de tortilla, que ya me han copiado mucha gente, pero son cosas que pasan. Empezamos con comestibles y, cuando comenzaron los puntos de pan caliente, yo fui uno de los primeros con el horno. Después fui evolucionando con cositas de empanadas, dulces y bocatas”, comenta Rafael Villena Gutiérrez, dueño de ‘Bocatas Popy’.

 
Por su servicio, por su nombre, y por su especialidad, son tan conocidos ‘Bocatas Popy’, un establecimiento situado en la Avenida de España, número 1. Aunque anteriormente fue una pastelería de La Campana, donde empezó como empleado en 1980. Rafael se hizo con este negocio cuando su anterior dueño se iba a jubilar y decidió emprender su propio camino con el que lleva casi 40 años. Los ceutíes siguen acudiendo a este establecimiento para disfrutar de su gran especialidad: el bocadillo de patatas, con queso, con mahonesa, o con ketchup.

Lo más típico que tenemos aquí son los bocatas de tortilla, los panini de atún, y las empanadas. Después, tenemos muchos dulces y bollería y el pan caliente, y alimentación y cosas para los jóvenes para los recreos”.


Los alumnos del IES Puertas del Campo o del Siete Colinas son sus clientes más habituales, aunque aún sigue vendiendo latas de conserva, legumbres, embutidos, bebidas o productos de limpieza a sus clientas de toda la vida. Por eso, los meses del confinamiento que no hubo colegios ni institutos, fueron los más duros para este negocio porque “no vendía nada”.


Como a muchos en la ciudad, la pandemia les ha pasado factura. Tras 70 días cerrados, en los que la mercancía se le echó a perder, este negocio se ha podido mantener a flote con trabajo, esfuerzo y ayuda de los clientes. “Aunque se nota que hay menos venta, vamos saliendo como podemos”.


A raíz de la pandemia, tuvieron que reinventarse y ahora cuentan con servicio a domicilio que les está funcionando muy bien pues son muchos los encargos que reciben a través de Happy Ceuta. O, si lo prefieren, podrán seguir acudiendo al local pues la intención de ‘Popy’ es jubilarse dentro de cuatro años en su negocio. El porqué de su nombre se debe a que cuando Rafael tenía 15 años e iba al IES Siete Colinas, sus compañeros empezaron a llamarle ‘Popy’ como mote y se le quedó. Actualmente, todo el mundo le reconoce por ese apodo y por sus bocadillos.




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